Aparece
hoy en la escena pública este diario –dice el editorial- nacido al
calor de patrióticos móviles: la de cooperar sus propietarios y su redactor en
la medida de sus facultades a la obra emprendida el memorable 23 de mayo de
1899 por el actual Jefe del país. Un editorial complaciente con el
mandatario que había accedido a reabrir El Anunciador, pero con otro nombre:
El
Luchador.
El número inicial publica en primera plana,
además del Editorial, un anuncio grande, ilustrado con grabado, de la Emulsión
de Scott. En el resto de sus cuatro páginas a cuatro columnas anchas (7cms)
varias notas, entre ellas, una advirtiendo que toda publicación se paga por
adelantado, otra sobre la sección Sábado Literarios que tendrá el
periódico. La tercera contiene un saludo al Constitucional, diario de
la Restauración. Luego el texto completo que se extiende hasta la tercera
página, del mensaje Presidencial al Congreso de la República.
Continúa,
dando cuenta del estado de las líneas del Telégrafo Nacional, de la
correspondencia postal, carteles, y con el título Folletín una nota
informando que a partir del segundo número del periódico se publicará la novela
de Pablo Feval La Merluza de Oro inaugurado así la Biblioteca de El Luchador.
A renglón seguido aclara que “si algún defecto se la encontrare, sólo se
deberá a la suma pobreza de nuestra pluma, que se atrevió a traducirla”.
Informa
su Director que en su reciente viaje a
la Capital de la República, fue galantemente agasajado en Puerto España y La
Guaira por los directores de The Mirror y
El Heraldo, respectivamente.
Publica
el programa de exámenes del Colegio Santo Tomás, dirigido por
Carlos García Romero así como la Relación de la mercancía importada: de
Trinidad, por José Acquatella; de Nueva York, por Blohm, y Boccardo; de
Southampton, por la Golfield of Venezuela Limited; de Liverpool, por Ramón Leal y
H. Blohm; de Amsterdam, por Virgilio Casalta, toda la cual llegó en el vapor Delta
el 7 de julio. Total 1557 bultos con rendimientos fiscales de Bs. 197.000.
La publicidad comercial de este
primer número se reduce a materiales de construcción (tejas, adobes de piso y
de azoteas), tónico oriental para el cabello; Arsiquinine Lemaitre, para el
paludismo y enfermedades del hígado; Jarabe de hipofosfito de cal, para
enfermedades del pecho; Linimento Geneu, para peladuras de caballo; Laxativo
bromo- quinina, para curar resfriados en un día y del Teatro
Bolívar anunciando para el martes la puesta es escena de las Zarzuelas:
Campanero y Sacristán, debutando Salvador Calojero como primer barítono;
Chateux Margaux y el Mozo Crúo. A los dos años El Luchador inicia una etapa de
modernización. Se pone a tono con la nueva tecnología e importa de la fábrica Pronty
Printing Press una nueva Prensa para gran formato, con la ventaja de
mayor rapidez y nitidez. Entonces cambia de logotipo y en la primera página
reservada para anuncios comerciales, comienza a meter información y artículos,
a partir de la edición 596.
El
3 de mayo de 1909 volverá a sustituir el logotipo de letras cursivas por letras
romanas y el 25 de junio del año siguiente ensaya la estenotipia produciendo en
casa el primer grabado: Juramento de Washington y
seguidamente el de Lincold. En enero de 1911 cambia de formato. Empieza a salir
tamaño 37x55 cms a cinco columnas e introduce la sección Florilegio Guayanés que
incluye dos o tres poemas y una foto del autor. En octubre de ese año llega el
primer Linotipo para ser estrenado junto con la llegada de la electricidad
generada por máquina de vapor que trabajaba con carbón antracita. Al mes
siguiente, con la colaboración del Gobierno Regional y del Comercio se suscribe
a la Agencia Pumar de noticias. De esta manera se puso a la par de El Universal y El Tiempo, al publicar el mismo día las
informaciones internacionales enviadas por vía telegráfica. Toda esta
información en primera plana.
La
Guerra europea del 14 afectará la salida de El
Luchador. El alza del papel de imprenta, los retardos del transporte
marítimo y las dificultades en el servicio regular de las correspondencia y
libramiento de órdenes y giros mercantiles llevan a la Editora a reducir de
cuatro a dos las páginas del periódico desde el 15 de diciembre al primero de
febrero de 1915. Diez años después, el 18 de julio de 1925 aparecerá la primera
caricatura. Firmada por Lag, es una alusión a la previsión
cinegética.
El
27 de enero de 1927 El Luchador inaugura nuevos
linotipos adquiridos en la fábrica Mergenthaler de Nueva York. Al acto
inaugural asiste el Presidente del
Estado Bolívar, General Silverio González. A partir de entonces se puede decir
que El
Luchador nada tiene que envidiarle a los periódicos de la capital en
materia de impresión. Su falla siempre consistió en no disponer de un buen
equipo de reporteros y abusar del refrito de los periódicos con los cuales se
canjeaba a nivel nacional e internacional. Su
circulación estaba asegurada por las numerosas suscripciones y por largo tiempo
en Guayana no hubo periódico más estable que El Luchador.
El Luchador de los hermanos
Suegart era de perfil conservador, un vespertino que aceptaba toda clase de
colaboración, excepto las que de algún modo lesionaran los intereses de la
religión, del gobierno de turno o de algún sector o individualidad influyente
de la ciudad. Por esa línea general de acción no estuvo sometido a las
vicisitudes políticas de las épocas de facto, pues la experiencia de El
Anunciador resultó aleccionadora.
Sus
titulares nunca fueron abultados, agresivos o sensacionales y carecía del
atractivo dinámico de la prensa moderna. Buena parte de los espacios eran
cubiertos por extractos o reproducciones de la prensa nacional o extranjera.
Pero a partir del 15 de febrero de 1969 y a raíz del fallecimiento de su
director Jorge Suegart, El
Luchador rompió con
ese esquema y se transformó en tabloide matutino con más de ocho páginas, para
competir con El Bolivarense que había
reaparecido como diario de la mañana el primero de diciembre de 1958.
El Fallecimiento de don Jorge
Suegart, fue un duro golpe para la estabilidad de El Luchador, pues el
resto de los hermanos, al carecer de ese formidable eje en torno al cual
siempre giraron con suprema lealtad y solidaridad, se dispersaron dejando
prácticamente enervado un patrimonio que era más de los citadinos bolivarense
que de ellos mismo.
Ramón
Benítez Arroyo primero y Jesús Oxford, después, como director y administrador
de toda la empresa que había pasado a un estado de conflicto judicial,
hicieron cuanto pudieron por mantenerla
en pie hasta que en 1976 se agudizó el conflicto entre las partes y fue
adquirida tanto la editorial como el
periódico por el doctor Ramón Castro Mata, quien reubicó la empresa editora en
un extremo de la antigua calle El Porvenir y le dio un vuelco a la dinámica del
diario, incorporando nuevos equipos, entre ellos una máquina rotativa Offset
Goss y periodistas calificados.
En
manos de su editor, quien lo rescató de su momento crucial, El
Luchador pasó por la dirección de los periodistas Andrés Bello Bilancieri, Ramón Aray Lefebres y Luis Lira Puerta. En
1980 volvió a ser periódico standard y al año siguiente fue vendido al Grupo
Barranco de Barquisimeto por 3 millones 100 mil bolívares.
En
noviembre de 1984, siendo su director Jorge Romero, y ya en el umbral de sus
ochenta años, El Luchador cayó vencido tras una cadena de embargos que había
comenzado tres meses antes. Para entonces, la Editora había quedado
prácticamente desmantelada. Máquinas y equipos de valor fueron sacados del
taller de impresión y puestos por los Jueces en manos de depositarios legales.
Unos treinta trabajadores gráficos, obreros oficinistas, fotógrafos y
periodistas, quedaron en la calle y fueron los últimos en demandar. Los
últimos, por ser ellos lo más interesados en que esta fuente de trabajo no
cesara y, fundamentalmente, por lo que el periódico representaba para la
tradición periodística y cultura bolivarense.
La
empresa venía sorteando problemas económicos de variada naturaleza hasta que
ya, al borde de la quiebra, el Fisco inició acciones judiciales a las cuales se
sumaron, entre otras, las del Banco
Guayana, Mercantil, Chiz, y Hermanos & Sucesores C. A, cargando con
casi todos los bienes.
De
Barquisimeto, sede de El Impulso que disputaba a El
Luchador el título de decano de la provincia, vinieron a destronarlo, a
sepultarlo, no precisamente en un barranco minero sino en otro, que al ser
rellenado, ha dejado profundas grietas por donde la vindicta del tiempo habrá
de hundir seguramente a quienes aparecen como culpables en el juicio
incoado por la conciencia pública
bolivarense.
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