El 20 de agosto de 1941 un grupo
de Periodistas activos en los Principales rotativos y semanarios del país,
fundó la Asociación Venezolana de Periodistas, transformada en 1972 por Ley del
Congreso Nacional, en Colegio Nacional de Periodistas.
Pascual Venegas Filardo, de El
Universal; Manuel B. Pocaterra, de El Heraldo; Luis Esteban Rey, de Ahora;
Pedro Chacín, de La Esfera; Angel C. Mejías, de La Religión; Julio Ramos,
de Fantoches;
Miguel Otero Silva, de El Morrocoy Azul, conformaron la
Junta Directiva Provisional de aquella asamblea constituyente instalada en la
sede de la Asociación de Escritores de Venezuela.
Se proponía básicamente esta
Asociación y así quedó establecido, la defensa y mejora del estatuto jurídico,
económico, moral y social del periodista y luchar por el mantenimiento y ampliación de la libertad de
prensa en el país.
Participaron
un total de 69 periodistas, entre ellos, dos bolívarenses: Luz Machado e Jean
Aristeguieta que internacionalmente trascendieron al mundo de la poesía y a
quien los guayaneses adeudan un alto reconocimiento.
Al
año siguiente los avepistas decidieron instituir el 24 de octubre, fecha de
aparición de la Gaceta de Caracas, Día del Periodista y como tal se celebró
ese año en la ciudad del Ávila con misa cantada y oficiada en la iglesia de Las
Mercedes, por Monseñor Jesús María Pellín, director de La Religión; visita de
los directivos de la AVP al Panteón Nacional y ofrenda floral ante el sarcófago
del Libertador; conferencia de José Nucete Sardi sobre “Bolívar, Maestro del Periodismo”;
inauguración de la sede de la AVP; premios a los mejores reportajes, crónica y
fotografía, conforme a las bases del certamen promovido; intervención de los
periodistas J. Ávila y Valmore Rodríguez sobre la función de los trabajadores
intelectuales en las faenas del diarismo; adjudicación de un terreno a la AVP
por Luis Roche. Los actos de ese día sábado 24 de octubre de 1942 concluyeron
con una cena de gala presidida por el mandatario nacional Isaías Medina
Angarita.
Manuel
B. Pocaterra, primer Presidente del gremio, centró su discurso en la ocasión
sobre la libertad de prensa y aplaudió los esfuerzos del mandatario por
mantenerla y preservarla. El Presidente Medina agradeció los conceptos y
manifestó que la libertad de prensa es condición sine quanom para todo país que
aspira a vivir en democracia.
En
esa oportunidad el Presidente de la República que habría de interrumpir
abruptamente su mandato años después por causa de una asonada militar, también
habló y dijo que “Venezuela está de todo corazón, leal y espiritualmente empeñada en
la lucha ideológica que vive el mundo”, pero que “de esa lucha debemos lograr
nosotros cosas verdaderamente útiles para el país, entre ellas, la unidad
nacional” y que “en
estos nada puede ayudar tanto como el periodismo”.
Medina
volvería a estar presente un año después, el 24 de octubre de 1943, en el
Primer Congreso Venezolano de Periodistas realizado en Caracas y presidido por
Monseñor Jesús María Pellín. Era entonces Presidente del gremio P. A. Ruiz Paz
Castillo.
Al calor de la Revolución de
Octubre que daba pábulo a las organizaciones gremiales y a las luchas
reivindicativas de los trabajadores, la AVP propició la formación de un
sindicato que se dedicara directamente a la defensa y protección de los
intereses económicos y sociales de los trabajadores de la prensa, dado que la
AVP se había fundado sin prestaciones sindicales, sólo como organismo destinado
a la dignificación y elevación profesional y a la lucha por la libertad de
prensa y no estaba facultada para procurar por los medios legales el
mejoramiento material de los periodistas. Así nació el 13 de abril de 1946 el
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP).
A
fines de 1943 se hicieron los primeros intentos por fundar un sindicato que
llenara este vació, pero algunos objetaron que sería un organismo paralelo a la
AVP y que por lo tanto era innecesario. Estos intentos renovados en 1944,
culminaron felizmente en 1945 cuando un grupo de avepistas se reunió en el
edificio “Washington” de Caracas,
frente a la Plaza Bolívar, para crear la agrupación. Entre ellos destacaron por
su espíritu de lucha, el reportero gráfico Bernardo Dorante, Luis Evaristo
Ramírez, Martín Ernesto González, Rafael Calderón, Raúl Agudo Freites, Pedro
Hernández Camacho y Raúl Alfredo Arriaga.
Arístides
Bastidas, uno de los Secretarios Generales más efectivos y dinámicos que tuvo
el Sindicato, dice en una ponencia presentada a la IV Convención Nacional de la AVP realizada
en Caracas que en esa época los periodistas más calificados ganaban 300
bolívares al mes, mientras que los nuevos devengaban 150 mensuales o percibían
como en Ultimas Noticias, 80 bolívares al mes y un centavo por cada
centímetro columna que lograran cubrir con sus materiales si eran publicados.
En este mismo diario solían acumularse los salarios de varios meses hasta que
la empresa los cancelaba con recibos que debían cobrarse en trajes y calzados
en las sastrerías y zapaterías anunciantes. Hoy, por supuesto, esta situación
ha dado un vuelco y los periodistas se hallan en otro status gracias al empeño
de la organización, atentas siempre a los intereses de sus afiliados aunque
muchas veces con altibajos causados por los intereses políticos- partidistas en
pugna por el control y mediatización de los gremios.
La
Escuela
de Periodismo que tiene sus antecedentes en los cursos de El
Universal y en la llamada “Universidad Libre Augusteo” de
Monseñor Lovera, es igualmente otro logro relevante e histórico de la AVP,
materializado en tiempos de Rómulo Betancourt, para entonces Presidente de la
Junta Revolucionaria de Gobierno.
El
decreto lo ejecutó el 24 de octubre de 1946 y el primer curso que duró apenas
dos años, estuvo dirigido a trabajadores de la prensa. De suerte que la primera
promoción se dio en 1949 con el nombre del insigne periodista y humorista
Leoncio Martínez, quien había fallecido precisamente en el año de fundación de
la AVP.
Egresaron
de aquel primer ensayo periodistas veteranos como José Vicente Abreu, José
Guillermo Alterio, José Alloza, José de Jesús Araujo, Alfredo Arriaga, Luis
Felipe Bellorín, Santiago Betancourt, Trina Casado, María Teresa Castillo de
Otero, Miguel Otero Silva, Carlos Dorante, Hildemar Escalante, Oscar Guaramato, Federico Pacheco Soublette,
Julio Segundo Groscors, Gustavo Jaen, Pedro Juliac, Oscar Lovera, Simón Alberto
Consalvi, Hernai Potocarrero, Francisco Alejandro Vargas, Lourdes Morales,
Francia Natera, Vicente Otero Silva, José Ratto Ciarlo y Humberto Rivas Mijares.
En
1950 la Escuela adquirió rango académico con un plan de estudios de tres años,
bajo la dirección de Gustavo Díaz Solis,
quien sustituyó a Miguel Acosta Saignes, primer Director. Al año siguiente se
vio prácticamente colapsada dando pábulo a quienes en el año de su nacimiento
la vieron con escepticismo augurando que sería una escuela inútil. Por fortuna
se recuperó rápidamente y avanzó conquistando cada vez mayor rango y espacio
universitario hasta transformarse en Escuela de Comunicación Social con
promociones anuales. El 19 de julio de 1991 se dio una promoción de 83 nuevos
profesionales, entre ellos, 30 veteranos que aprovecharon los modernos y
flamantes estudios supervisados para coronar su carrera con un título que ya de
por si se lo habían ganado en los talleres y dura faena del reporterismo de
calle, destacándose dos Magna Cun Laude: Rubén Ferrer Rosas,
de Monagas y Américo Fernández, de Bolívar.
Por
cierto que en aquellos tiempos, la prensa debatió intensamente los problemas
relativos a la enseñanza del periodismo. Si debía aprenderse en los talleres o en las aulas. Esa discusión quedó
sepultada en el pasado y ahora todo el mundo al unísono esta de acuerdo con la
carrera académica sin perder de vista el equilibrio entre la teoría y la practica. La Comunicación Social es ya
una ciencia universal que aprovecha al máximo todos los recursos de la
cibernética y hacia la cual miran ansiosos cada año legiones de estudiantes
para los cuales resultó insuficiente la Escuela de la UCV. Hoy existen además
las Escuelas de la Universidad del Zulia y
la Católica Andrés Bello.
La
obra culminante de la Asociación Venezolana de Periodistas
fue la Ley de Ejercicio del Periodismo, lograda a través de duras y
largas jornadas de lucha que culminaron con su aprobación por parte del
Congreso de la República el 4 de agosto de 1972 y promulgación 20 días después.
Hasta
entonces, jurídicamente, en Venezuela no existía un sistema organizado para el
ejercicio del periodismo. A la ausencia del sistema se le llamaba Sistema
Libre. Se carecía de una tutela normativa y la AVP, el gremio que amparaban a
quienes ejercían el periodismo, era de carácter privado, de personalidad jurídica
con arreglo al Código Civil. Esto, no obstante la categoría universitaria de la
profesión de periodista. De manera que para resolver la contradicción entre el
sistema libre sin normas que reconocieran el papel y la función social del
trabajador de la prensa por una parte y por la otra el carácter de profesión
universitaria del periodismo, surgió la Colegiación para darle concreción en la
vida del derecho positivo a los postulados programáticos de la AVP. La
Colegiación por medio de una Ley especial pasó a proteger la profesión a
definir sus funciones y a asegurar el
carácter profesional del ejercicio del periodismo.
Una
vez constituida en Caracas, la AVP se
fue extiendo hasta la provincia. Así se constituyeron las Seccionales de Maracay, Valencia y Maracaibo, las
primeras. Luego Barquisimeto, Barcelona, El Tigre, Maturin, Ciudad Bolívar,
Sucre y Margarita.
La
seccional de Ciudad Guayana surgió muy posteriormente, en 1967, cuando la
AVP Bolívar autorizó a un grupo de sus
miembros residentes en Puerto Ordaz y San Félix para que constituyesen una
subseccional. Llenando los requisitos estatuarios, está se fundó el 23 de mayo
del mismo año y quedaron incorporados a la misma los periodistas Leopoldo
Villalobos, quien fue su primer Secretario General, Fernando Reyes Maita,
Rogelio Salazar, Giovanni Gózales, Nolasco
Guarisma Álvarez, Eduardo Santana, Gabriel Aguilera Ordaz, Héctor Ortiz,
César Díaz Decán, Héctor Lara Tomás
Matos, Misael Flores, Carlos Rodríguez Ganteaume, Manuel Casas y Pedro Acosta
como miembro cooperador.
Pero
paradójicamente, el movimiento avepista en la provincia comenzó a consolidarse
en la década de los cincuenta, en plena dictadura Marcos Pérez Jiménez y fueron
pioneros en ese empeño existencial de la AVP, entre otros, Tomás Mogna, Jesús
Alvarado, Germán Carías y Evaristo Marín, en Barcelona; Calazán
Guzmán, Alberto Guzmán Larez, Edmundo Barrios y Juan Vergara, en EL
Tigre; Pedro Rafael Fuscó Marcano, Miguel Saavedra Álvarez, Cruz Tovar,
Marcos López Inserni, Santos Barrios y Juan Gutiérrez, en Cumaná: Luis Cisnero
Carvajal, José Lira Sosa y Luis Beltrán Pazos, en Nueva Esparta; Luis J.
Atienza, Luis Beltrán Trujillo, Cesar Supin y Rubén Ferr Rosas, en Monagas.
La
AVP, Seccional Bolívar, se fundó el 18 de septiembre de 1951, pero en
la primera Convención Nacional estuvo representada por los periodistas Francia
Natera y Eduardo Oxford López, para entonces residentes en Caracas. Asimismo,
por Regulo Salazar, director de “El Loro” y Martín Ernesto González,
quienes ejercían el periodismo en
Ciudad Bolivar.
Los
fundadores de la AVP en Bolívar fueron Eleazar Sánchez Gamboa, para entonces Corresponsal
de El Nacional y quien fue su primer Presidente, José Eleazar Rojas,
reportero de EL Luchador; Tomás Mogna, Luis M. Barrios (Editorial Talavera),
Manuel Guzmán Gómez, corresponsal de La Esfera; José Sánchez Negrón,
Monseñor Constantino Maradey Donato, Rafael Maestracci, Joaquín Latorraca,
Diógenes Troncone, Gabriel Vilches, corresponsal de El Universal; Jesús
Antonio Brito, redactor de El Luchador; Monseñor Dámaso Cardozo
y el Fotógrafo de El Nacional, Américo Bisi.
Asistieron
en representación de la Directiva
Nacional los periodistas Simón Alberto Consalvi y Luis José Bellorín. En julio
de 1968, Bolívar fue sede de la VI Convención Nacional de la AVP y
me tocó presidirla como coordinador del Comité Organizador. La Convención se
realizó en casa propia. Para entonces era Presidente del gremio, Eleazar Díaz
Rangel, dos veces Director de la Escuela de Periodismo, Presidente relevante de
la Asociación, el que le imprimió mayor cohesión y dinamismo, proyectó más allá
de nuestras fronteras y la expresó e hizo sentir como cuarta potestad.
Es
bueno recordar lo que Eleazar dijo en esa ocasión: “La AVP enarboló y sostuvo desde
sus comienzos la bandera de la colegiación que es y seguirá siendo siempre el
más importante logro de la aspiración gremial”. Y ciertamente que es
así, pues en 1946, en su primera Convención Nacional, realizada en el Teatro
Los Cipreces de Caracas, la AVP concibió el primer ante proyecto y a partir de
ese año, y cada vez con mayor pasión, luchó por su aprobación.
Fundada en 1941, con 23
Seccionales y Sub-seccionales en todo el país, propietaria de 13 Casas del
Periodista, llegó aglutinar el 95 por ciento de los profesionales, todos con
una consecuente trayectoria de lucha por la Libertad de expresión, empeñados
persistentemente en mantener la unidad interna.
Aún en los años más duros y difíciles de la violencia política nunca los
avepistas cejaron en la lucha por la Colegiación. Por eso nadie pudo negarle a
la AVP su proclamado derecho cédula matriz del Colegio. Ella fue la cédula
matriz y por eso el Colegio es hoy la AVP de ayer, con sus mismos principios y
desvelos, con sus mismas inconformidades y preocupación por el país, luchando
por una prensa libre y más fuerte, batallando por un ejercicio más digno y
responsable de la profesión, siempre en función de una democracia profundamente
social, justa, igualitaria, honesta, apegada a nuestros valores culturales
auténticos y menos comprometida con los
intereses foráneos.
De
manera que la Asociación Venezolana de Periodistas cumplió su rol. Cumplió
cabalmente con la misión que puso sobre sus hombros aquella pléyade de
veteranos que comenzó haciendo periodismo en un medio difícil y hostil como el
de la dictadura gomecista cuando se trabajaba con plomo caliente y con recursos
precarios. Y así la AVP pudo con tan poco hacer tanto. Si la AVP nos agremió,
nos dio Escuela Universitaria, nos dio Sindicato, Instituto de Prevención
Social, Mejoramiento Profesional y Ley de Ejercicio del Periodismo en el lapso
de 35 años de existencia, si nos dio dignidad y fuerza, qué esperamos entonces
del único y gran heredero de su legado ¿Qué ha comenzado a darnos el Colegio
Nacional de Periodistas desde su
creación mediante ley de la República? Habría que hacer un balance para ver si
ha mantenido el mismo ritmo de trabajo, el mismo espíritu de lucha, si se
mantiene la mística, la unidad interna, la solidaridad, la misma función alta
de su misión social. Habría que hacer un
balance y para ellos son buenas las Convenciones Nacionales como la octava que
tuvo lugar en esta Ciudad Guayana en once años. La AVP en el mismo lapso no
hizo sino tres. Lo que ocurre es que antes se hablaba poco y se hacía mucho,
tal vez porque el gremio no estaba sectariamente contaminado desde el punto de
vista de los intereses políticos militantes. Hoy ocurre lo contrario, hablamos
y discutimos demasiado con escasos resultados.