martes, 12 de junio de 2018

PERIODISMO Y LITERATURA



            Durante mucho tiempo se ha planteado el asunto de si el periodismo es un género literario o una actividad ajena al arte literario o, en todo caso, un subgénero literario por la virtual ausencia en él de un rigor estrictamente estético. Por supuesto, los periodistas que nunca se quedan callados han respondido criticando de artificiosaza la obra literaria y, por lo general, dirigida a un reducido grupo de miembros de la comunidad social.
            Algunos académicos han sido renuentes en admitir al periodismo dentro de sus clasificaciones. Se ha dicho incluso, de manera prejuiciosa, que si hay que darle una clasificación, tendría que ser dentro del género de la oratoria dada la forma ventajosa como el periódico sustituye a la tribuna.
            El argumento más fuerte esgrimido es que el periódico, y sobre todo el diario, “es una obra improvisada que se concibe y redacta con rapidez en un lenguaje propio para ser comprendido hasta por las clases menos cultas, pero carente de la elegancia y belleza estética de las producciones literarias”.
            De todas maneras, en cuanto a lenguaje y estilo hay tres tendencias: la de los puristas, que piensan que el diario debe escribirse con pulcritud y belleza como las demás obras literarias. La tendencia de los realistas, que recomiendan el estilo familiar, propio de las conversaciones, tomando en cuenta que el periódico está dirigido no a una minoría intelectual sino al pueblo en general; y la tendencia ecléctica, partidaria de un diario con una estructura en cuanto al estilo, adaptada a la importancia y característica de cada asunto. 
            Alexis Márquez Rodríguez, miembro de la Academia Nacional de la Lengua, se ubica en lo cierto cuando afirma que la discusión en el campo de la literatura sobre los géneros literarios está totalmente superada y que en la actualidad las mayorías están conscientes de lo inútil e irreal de tal planteamiento, sobre todo, porque ni en la literatura ni en el periodismo pueden existir géneros puros. Tampoco existen técnicas de redacción puras. En la práctica es imposible redactar un texto que sea exclusivamente narrativo, o exclusivamente descriptivo, dialogal o expositivo.
            Particularmente considero que el  periodismo no necesita una clasificación dentro de la literatura, pues es tan autónomo como ella y tiene como ella sus propias clasificaciones. El periodismo no tiene por qué estar arrimado a la literatura toda vez que posee caracteres propios que le dan una fisonomía independiente, siendo quizás el que mejor responde a las necesidades de la época y el que desempeña un papel de mayor trascendencia social. Esto lo subraya una Enciclopedia importante, la Espasa-Calpe, cuando expresa que “el periodismo es un poder del Estado, un instrumento cultural en cuanto a que constituye el alimento espiritual de todos y exclusivamente de muchos”.
            Albert Camus, escritor francés nacido en Argelia, Premio Nóbel, autor de “El Extranjero”, quien fue reportero a los 25 años, consideraba el oficio periodístico un ejercicio noble y elevado como escribir novelas o piezas de teatro. En una ocasión desconcertó a Sartre encomendándole no un editorial sino un reportaje sobre la insurrección en París. Como Camus, muchos grandes literatos debieron pasar primero por la experiencia del periodismo, lo que hace innegable la existencia de una interrelación entre periodismo y literatura, especialmente en el campo de la narrativa. Esa interrelación se hace más evidente cuando observamos que la literatura contemporánea, en su afán por llegar a las mayorías, ha tenido que deponer prejuicios y acogerse a muchos de los procedimientos, técnicos y temáticos del periodismo moderno.
            El periodismo trabaja con cuatro formas de elocuciones: narrativa, expositiva, descriptiva y dialogal, de acuerdo con la índole del trabajo periodístico. En lo literario también encontramos estos elementos y en ambos también la interpretación imaginativa. Por eso se ha dicho que en determinados aspectos, la narrativa literaria es la que más se aproxima a la periodística.  Las mismas técnicas de redacción que emplea el periodista las utiliza el literato. La diferencia estriba en el contenido, carácter y finalidad de ambas narrativas, el contenido de la narrativa literaria suele ser ficticio y el carácter y la finalidad, informativos o doctrinarios. No obstante esta diferencia existe cada vez más acentuada la tendencia de lograr un matrimonio equilibrado entre la técnica periodística y el arte novelístico.
            Existen ejemplos relevantes que respaldan esta afirmación. Ernest Hemingway y Gabriel Garcías Márquez, los dos Premios Nóbel de Literatura, establecen en sus obras este equilibrio y ambos, antes de ascender al plano de la literatura propiamente, quemaron etapas y se alimentaron previamente del periodismo. Aquí podríamos agregar a Jhon Dos Passos y citar a Truman Capote como el escritor  que se vale de la técnica del periodismo para abrirle comino a la novela-realidad.
            Ernest Hemingway trabajó sus novelas con la misma técnica del periodismo que le enseñó Pete Wellington, jefe de redacción del Kansas City Star, cuando aquél era un joven reportero: Utilice frases cortas. Adquiera un estilo brillante. Sea positivo. Escriba con palabras de acción. Suprima adjetivos innecesarios. Acorte párrafos. Nunca emplee dos palabras cuando una debe bastar. Utilice verbos directos”.
            En cualquiera de sus novelas. Adiós a las Armas, Por quién doblan las Campanas, El viejo y el Mar, se observa el tono objetivo y cinematográfico típico del periodismo moderno.
            Gabriel García Márquez, lo mismo que Hemingway en su tiempo, antes de llegar a la cumbre de la literatura, fue primero periodista. En Venezuela ejerció como tal y aparecía registrado en la Asociación Venezolana de Periodistas. Su actividad periodística la inicia en Cartagena en el diario El Universal (1948). En 1950 se halla en Barranquilla escribiendo una columna en El Heraldo. En 1951 es corresponsal de El Espectador de Colombia en Ginebra y en 1959 trabaja en Bogotá como corresponsal de Prensa Latina de La Habana. La novela que mejor  refleja su condición de periodista hasta el punto de hacer de ella una síntesis específica de periodismo y literatura, es “Crónica de una muerte anunciada”, lo que Truman Capote llamaría una novela real. Aquí el escritor deshilvana un sumario –el correspondiente al asesinato de Cayetano Gentile (Santiago Nasar en la ficción) consumado por los hermanos China (los Vicarios) el 22 de enero de 1951 en el departamento Sucre de Colombia.
            Jhon Dos Passos, Las novelas de este escritor Norteamericano se inspiran principalmente en motivaciones históricas y sociales, pero enlazadas estilísticamente en el espíritu del periodismo moderno. “Maniatan Transfer” muestra las experiencias formales del periodismo cinematográfico de los documentales  y la trilogía  novelística USA, la influencia de la técnica periodística.
            Truman Capote con “A Sangre fría”, abre el camino de la novela realidad. Procedió de acuerdo a la técnica periodística de rutina. La fantasía, la imaginación son aquí deliberadamente omitidas para poder reconstruir la realidad. Sólo la organización de estilo de la novela.
            Mario Vargas Llosa, peruano, trabajó en periodismo escrito y radial desde los  16 años y se destacó en 1959 en la Radio-Televisión francesa. Sus novelas son apegadas a la objetividad. Es el propio lector quien debe juzgar, aceptar o rechazar esas peripecias vitales. En su famosa novela “Casa Verde” los individuos y sus historias aparecen fatalmente determinados por el medio social y geográfico.
            El cubano Alejo Carpentier, autor de “Los Pasos Perdidos”, aunque no se conoce que haya trabajado el periodismo, abogaba por algo que es propio del periodismo, abogaba por una novela que no sólo exprese la época sino que la interprete.
            Augusto Roa Bastos, paraguayo, escritor de fama y talento, ejerció el periodismo de prensa y radio y llegó a ser jefe de redacción de “El País” en La Asunción y corresponsal del mismo en Europa. Esa experiencia se capta en “Yo el supremo”, que es novela de aventuras e investigación histórica y bien sabemos que la narración histórica es la que más se acerca al periodismo.
            Los mismos podemos decir de escritores venezolanos, fundamentalmente de Arturo Uslar Pietro y Miguel Otero Silva, distinguidos en el ejercicio paralelo de periodismo y literatura.
            En sus novelas la realidad histórica juega un rol importante y para no quedarnos en literatos del Nuevo Continente pudiéramos señalar para mayor reforzamiento al inglés Charles Dickens, periodista profesional del siglo pasado, editor de diarios y revistas, autor de las novelas “Sketches by Box” y “Los papeles de Pickwick”, donde es clara la presencia de la experiencia del periodismo; el francés Henry Stendhal, también del siglo anterior y de estilo sobrio, aborda su novela “Rojo y Negro con procedimientos genuinamente periodístico aunque reelaborados literariamente. Él, al igual que su paisano y coetáneo Honorato de Balzac, autor de “La Comedia Humana”, suma de 97 crónicas y expresión de un país y una época, desdeña la imaginación pura para apoyarse en la realidad circundante; Curzio Malaparte, autor de “La Piel”, plástica vivacidad del corresponsal de guerra, es presentado en la novela italiana y europea como dechado del novelista que ha fusionado en su obra las virtudes cardinales del periodista moderno”.
            En cuanto a España, en aquel país es raro el novelista que no sea o haya sido periodista. Ello podría explicar el porqué desde comienzos del siglo diecinueve hasta nuestros días, ha habido un maridaje constante entre novela y periodismo. Las letras españolas han estado siempre muy apegadas a la realidad. Bastaría sólo con señalar a uno de los grandes, Benito Pérez Galdós, de gran objetividad y realismo, considerado el mejor novelista español después de Cervantes y de quien derivan los más importantes novelistas realistas de este siglo. Cronista épico de al sociedad española desgarrada por la decadencia de la monarquía. Dicho esto pudiéramos concluir diciendo que innegablemente existe una interrelación entre periodismo y literatura, visible en aquellos profesionales del periodismo como los Nóbel Ernesto Hemingway y Gabriel García Márquez, quienes elevaron su experiencia periodística al plano de la narrativa literaria, así mismo en aquellos que asimilaron al caudal de la nueva técnica narrativa procedimientos del estilo periodístico.

            La literatura actual se identifica bastante con el periodismo moderno porque es, por lo menos en el campo de la narrativa, bastante objetiva y documentalista, tal vez buscando romper con aquello de “asocial y hermético” que se le acuña y para contradecir al novelista inglés Pritchett, quien decía escribir para él, para su propio placer y amor propio, y no para el lector, no para la gente o la sociedad como a la inversa ocurre con los periodistas.

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