viernes, 15 de junio de 2018

CARICATURA Y FOTOGRAFÍA



Este arte expresivo tiene vida desde los tiempos más remotos, pero en Guayana el primer cuarto del siglo veinte.  Está asociado con el dibujo y la pintura y para dominarlo se requiere mucha imaginación, sensibilidad en la percepción y el trazo, talento, chispa y excelente sentido del humor.
Para los medios de comunicación social, especialmente para los impresos, la caricatura ha sido un recurso de crítica y entretenimiento extraordinario.  La crítica con humor ridiculizante es la más tolerable, pero también la que mejor penetra y cautiva a la opinión.
            Uno de los más antiguos caricaturistas conocidos es el humanista y escritor francés Francisco Rabelais, de los tiempos de la invención de la imprenta.  También, Benedictini, médico y profesor de anatomía, autor de Gargantúa de Pantagruel, obra monumental, en la que en una forma humorística y con estilo robusto y expresivo expone su filosofía de la naturaleza y su moral epicúrea.
            El caldo de cultivo de la caricatura está en la política e históricamente la primera caricatura del mundo, de la que se tiene conocimiento, era de corte político.  Apareció en abril de 1617 en una hoja semanal editada por Abraham Verohoeven, en Amberes, ciudad de Bélgica.  Se trataba de un pastor protestante haciendo propaganda político – religiosa, mientras el demonio le insufla las ideas con un fuelle.  En los países de habla hispana, Goya es considerado como el primer caricaturista, con un humorismo que nada tiene de alegre y sí mucho de profundo.  Luego, la caricatura se refugia en los semanarios políticos de España y de América.
            En Venezuela llega con el grabado en 1844 cuando aparece la primera caricatura en la última página del periódico “El Relámpago”.  Se trata de un caimán con la boca abierta y al pie del grabado la palabra “Agricultura”.   A partir de entonces el dibujo y la caricatura seguirán siendo el único medio de ilustración de nuestras publicaciones hasta el 31 de marzo de 1889, fecha en que el Zulia Ilustrado publica dos fotos de los resultados de una operación practicada por Alcibiades Cárdenas, médico que también hizo esas gráficas.
            En 1892 una publicación revoluciona la representación gráfica de la prensa venezolana: El Cojo Ilustrado, revista fundada por Jesús María Herrera Irigoyen, quien trajo de Europa un taller de fotograbado un año antes de la salida de esta publicación
            En 1910 el diario El Luchador de Ciudad Bolívar instala un equipo de estereotipia y el 17 de junio publica su primera ilustración: El Juramento de Washington.
            En 1922 el mismo diario adquiere un Fotograbado y comienza con una foto del distinguido médico Francisco Antonio Risquez a ilustrar ocasionalmente sus artículos con personajes y vistas de la ciudad. El 18 de julio de 1925, aparece en el ángulo inferior derecho de la primera página, la primera Caricatura firmada por LAG, titulada “Prevención Cinegética”. En el cuadro, la cabeza cornamenta de un venado, una joven de pie y sentado el señor de  la casa quien ordena:
-          Mire Nena, quita inmediatamente ese colgador de allí porque hoy vienen varios amigos a visitarme.
-          Y eso por qué, mi Negro.
-          Porque son “Rápidos” y “Estáticos” y pueden caerle a tiros.
            Un total de diez caricaturas aparecieron durante los meses de julio y agosto de 1925, unas firmadas por LAG  y otras sin autor. El Luchador no fue muy adicto a esta experiencia. Es en su etapa final cuando el extinto diario septuagenario, vuelve a la Caricatura. Esta vez a cargo de Luis Ortega (Wicho).
            Pero la caricatura periodística sostenida y de mucha actualidad es la  que inicia Ismael Morales Pérez el primero de diciembre de 1957 en el diario “El Bolivarense” y sostiene posteriormente en El Expreso, donde también por un tiempo Rosendo Magallanes se escapa del diseño creativo, del dibujo y la pintura, para incursionar en este género del periodismo.
            Otros caricaturistas de la prensa local han sido Marcos Carrasco, el arquitecto Salgado y José Pulido.  También el médico y poeta ex Director de Cultura del Gobierno Regional, Víctor Medina, quien firmaba sus caricaturas con el seudónimo de Medito (diarios El Mundo y El Bolivarense, El Progreso).
            En Ciudad Guayana, el periodismo ha estado divorciado de la caricatura y son contados los caricaturistas, al menos, los que han sostenido un trabajo diario y sistemático en la prensa. El diario “El Pueblo” dirigido   por Celestino Adames Pérez, mantenía la sección “Poblachón”, de Víctor Reinales, crítico de excelente trazos que también hizo caricatura para “El Guayanés”. El Correo del Caroni” publicó durante un tiempo “El Morrocoy” y ocasionalmente en la Página Deportiva caricaturas de algunos temas firmados por “Puñal”.
            Últimamente se ha destacado en el quehacer caricaturesco de la prensa Luis Vásquez con “Los trazos de Luis” en El Diario de Guayana y con sus “Ostosidades”, Edgar José Osto, quien dibuja y hace caricaturas desde que era estudiante de primaria. Es licenciado en educación y ha trabajado para El Bolivarense y El Progreso y no ha tenido más escuela que la voluntad y el ejercicio diario del trazo.
            Hasta 1990 que sale su primera caricatura en la  revista Grafía de la Universidad José María Vargas, había sido un caricaturista de cuadernos de clase, hojas sueltas y periódicos murales de la escuela. Esa primera caricatura trataba de la guerra de Iran y aparecían Bush y Hunsssein como figuras del tablero y de intermediario la ONU.
            El es del barrio La Sabanita de Ciudad Bolívar (1973), pero ha tenido la suerte de vivir en Caracas  y en Santa Teresa del Tuy, donde la actividad artística – cultural es permanente.
            Edgar José Osto ha expuesto caricaturas en la Casa del Humor y en la Galería del Iutirla, pero más que caricaturas humorísticas propiamente son retratos de personajes  conocidos de la ciudad.  Entran en la categoría de caricaturas, porque el artista hace énfasis en los rasgos físicos más prominentes de los personajes.
            El buen caricaturista sabe simplificar sin restar significación al dibujo, y en otras ocasiones sabe exagerar. Es toda una ciencia en la cual el artista deba saber cuando y hasta que punto es conveniente reducir o exagerar, componer y equilibrar la composición o mover los personajes cuando se trate de tiras cómicas.    Hay dibujos caricaturescos que hablan por si sólo, no requieren del complemento de la leyenda como los de RAS, que captaban el ser psicológico del personaje. Hay otros que requieren del complemento de la leyenda para la cual no sólo se requiere ser buen caricaturista sino también buen humorista. Leo fue un excelente caricaturista en ese sentido como lo son hoy Zapata, Regulo, Kiko, Sancho, Fonseca.
            El Licenciado en comunicación social Ismael Morales Pérez, actualmente en suspenso, se ha mantenido en la escuela tradicional de la caricatura. Pero es, indudablemente, el caricaturista por antonomasia de Ciudad Bolívar. Imposible referirse al periodismo de humor en el ámbito bolivarense dejando de un lado a quien es considerado a nivel local pionero del género caricaturesco.            
            Nace frente a la Plaza Miranda al calor de músicos y poetas como los Morales Rossi con quienes se halla emparentado, tuvo la constante de ese duende travieso que le hacía ver las cosas y la gente de una manera graciosa y caricatural, no obstante los coscorrones del Padre Bernardino del Hoyo en las apretujadas aulas del Colegio La Milagrosa.
            Nada como para avivar la chispa y sal que la represión y de ello, aunque a otra distancia y circunstancia, dieron buen testimonio Leoncio Martínez y Job Pin. De manera que mientras más duros y frecuentes los coscorrones, más abultados fueron los trazos del ridículo y los defectos, de los que nunca pudieron escapar profesores, sacerdotes, sacristanes, condiscípulos y hasta un bedel que pretendía ser más papista que el papa.
            Sus “monigotes” como los calificaba el Padre y después en la Heres la maestra Argelia Pulgar, eran de un estilo muy libre que luego fue definiendo bajo la influencia de historietas como el Cancionero Sal de Uva Picot que tenía a un tal Don Chema como personaje central.
            Desde entonces sus caricaturas no varían. Las trabaja con líneas, rellenos y contraste. Con ese estilo concursó en la “Caricatura de Veinte” de Ultimas Noticias. Para entonces, ya en los 50, hubo una fuerte sequía en Caracas y Morales la caricaturizó con un Shaman en la Plaza Diego Ibarra invocando al espíritu de la lluvia. Los veinte bolívares nunca los cobró, pero para él fue muy estimulante ver publicado su trabajo en el tabloide más sensacional del momento.
            En el periódico mural del  Instituto Dalla Costa jamás dejó de aparecer una Caricatura de Morales y en un aniversario del Plantel, el profesor de castellano Raúl Umanés Castro lo sorprendió con una exposición de todo el trabajo de un año que él cuidadosamente venía coleccionando.
            Morales entró con sus Caricaturas en el periodismo cuando Brígido Natera Ricci fundó el diario “El Bolivarense” en diciembre de 1957. Los clisés había que hacerlos en el diario “Antorcha” de El Tigre (1969). “Cartones de Morales” debutó en el decano de los diarios con una burla a la Criminológica  que virtualmente no podía funcionar sin los agentes expulsados de la Seguridad Nacional.
            Caricaturas de Morales han sido reproducidas por revistas como “Voz y Camino” dirigida por el ex Presidente de la República, Luis Herrera Campins, y ha tenido coincidencias temáticas y de leyendas el mismo día con caricaturas de los grandes como Zapata. Morales en sus conversaciones suele recordar esta referente a la muerte de Ramiro Finol, el inventor de la tinta indeleble utilizada por primera vez en unas elecciones: “Murió Ramiro, pero nos dejó su huella indeleble”.       
            Parejo con la Caricatura llegó a los periódicos de Ciudad Bolívar la fotografía y paulatinamente el reportero gráfico.
En el principio de la gráfica periodística en Guayana, los medios impresos solo utilizaban  adornos como rayas, bigotes, viñetas y letras mayúsculas  con creaciones como árboles o flores, al igual que en el resto de Venezuela.
Los primeros grabados en madera, dibujos y caricaturas, aparecen en el diario El Luchador hasta el 25 de junio de 1909, cuando los Suegart adquieren en los Estados Unidos un equipo de estereotipia produciendo en casa el primer grabado: Juramento de Washington.  A partir de entonces será posible ver en el periódico vistas del paisaje e inmuebles históricos de la ciudad captados en las cámaras de fotógrafos visitantes de la Capital como Federico Lessman y locales como Enrique Isidoro Rebolledo y los hermanos Cabrera, dueños de Foto Estudio Luzitone.
Fotografías de Ciudad Bolívar que aparecen en El Luchador también son enviadas al Cojo Ilustrado.  El gran proveedor de fotografías para los periódicos locales y de la Capital, parece ser los Estudios Luzitone, señaladamente cuando se realizó la Primera Feria de Ciudad Bolívar inaugurada el 30 de mayo de 1946 por Rómulo Betancourt, presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno, como marco del Primer Centenario del cambio de nombre de Ciudad Bolívar.
Luzzitone fue el principal proveedor de fotografías sobre el gran evento regional que atrajo gente de todas partes.  La edición de la revista Elite dedicada a Ciudad Bolívar fue ilustrada con fotografías de los Hermanos Pérez y por El Nacional vinieron Pedro J. Díaz y Francisco Edmundo (Gordo) Pérez, con quien Rogelio Pérez, padre del periodista Nelson Pérez hizo buenas migas en el trajín de cobertura del gran evento.
Desde entonces y hasta que Américo Bisi, Pedro Perman, Víctor Bayola, Rogelio Salazar, Nino Marchese, Reinaldo Maya y Roberto Rojas se convierten en los pioneros del reporterismo gráfico de Ciudad Bolívar, el paño de lágrimas de los periodistas locales y corresponsales era Tiburcio Guevara cuando no estaba en el piano o requerido por Guzmán Vera en la PTJ.  Asimismo,  Foto Estudio Luzitone, muy particularmente en la persona de Rogelio Pérez, pues  su hermano Máximo, a partir de 1950, va dejando progresivamente el oficio para dedicarse en El Palmar, y Tumeremo después, a la agricultura y ganadería.  La última gráfica que Rogelio tomó para la prensa, a instancia de los periodistas Pedro Lira y Joaquín Latorraca, correspondió al homenaje del gremio de periodistas a Juan Eduardo Enet, batallador durante más de seis décadas en el diario El Luchador.

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