Más
que por su nombre completo y legítimo, a Gustavo Alberto Naranjo Vásquez
(apellidos de origen canario), se le conoce como Naranjo Júnior, por la
doble circunstancia de haber sido el más joven entre dos de un mismo nombre en
la familia y porque jugó voleibol y básquet en la categoría júnior (17 y 21
años) en su tiempo de estudiante del Liceo Fermín Toro de Caracas.
De
manera que lo de Júnior le viene por partida doble: por lo de deportista de esa
categoría y por calzar el mismo nombre de su padre que se vino de las Islas
Canarias a principios del siglo XX para afeitar a los caraqueños.
En
cuanto a lo de periodista surge en su tiempo de estudiante, a fuerza de
registrar en el boletín interno del plantel las incidencias de los encuentros
deportivos que luego trascendieron a las paginas de El Nacional por
iniciativa del periodista Oscar Guaramato, vinculado a la familia a través de
una compañera de clase en el Pedagógico, Gladis, hermana del júnior, que
estudiaba literatura.
Podríamos
decir entonces que Gustavo Naranjo inició su vida de periodista en las páginas
deportivas de El Nacional, pero
decididamente bajo la jefatura de Andrés Eloy Dielingen, quien ya en mejor
situación lo puso a prueba en la Serie del Caribe (1955) al lado de connotados
cronistas deportivos latinoamericanos como los cubanos Eladio Secade y José
Consuegra, más los venezolanos Abelardo Raidi, J. R. Castrillo, Felo Jiménez,
Omar Pérez, Omar Lares, Sergio Antillano y Cuto Lamache, entre otros.
El
norte de Naranjo Júnior fue siempre la exclusividad de la noticia registrada en
memorables tubazos cuando cambió de tienda y comenzó en el diario de los
Capriles, es decir, Ultimas Noticias. En este diario tabloide, de amplia
circulación, se inició en 1956, como reportero de sucesos y redactor de la
revista Elite. Sucesos y Deporte, era las ramas que cubrían con soltura
los periódicos, porque la noticia política y a veces la económica, estaba
vedada por la dictadura.
1957 fue
el año de las grandes exclusivas, pero la mayor, haber sido el único periodista
que subió al páramo de Peñas Blancas y Niquitao del estado Trujillo, acompañado
del extraordinario reportero gráfico, José Luis Blasco, para cubrir el rescate
de un avión DC-3 de Avensa siniestrado 19 días atrás. Compitiendo, los dos, con
un equipo de El Nacional, donde estaban nada menos que Fabricio Ojeda e
Ildemaro Alguíndigue. Otra gran exclusiva de ese año tuvo que ver con la
cobertura del rescate de las víctimas del accidente de un Constellation de
Aeropostal, en el cerro de El Ávila. A pie escaló la montaña por el viejo
camino de Galipán, porque la Seguridad Nacional le impidió subir con el
fotógrafo José Luis Blasco, toda una leyenda del periodismo venezolano.
A
juicio de los colegas de entonces, su trabajo reporteril le aseguraba el Premio
Nacional de Periodismo 1957, pero debido al golpe militar que derrocó al
presidente Marcos Pérez Jiménez, el premio no volvió a entregarse sino dos años
después.
Director
de la Asociación Venezolana de Periodistas, jugó un gran papel en la lucha
contra la dictadura. Allí estaban Eleazar Díaz Rangel, Arístides Bastidas,
quien era el Secretario General; Rafael Condado, extraordinario fotógrafo: José
Antonio Machado (Juan Vené) y Gustavo Naranjo. Todos suscribieron el famoso
Manifiesto de los intelectuales, encabezado con la firma de Arturo Uslar
Pietri. La última era la de Naranjo como Secretario de Actas de la AVP.
En
el mes de marzo de 1958, Miguel Ángel Capriles, fundó El Mundo, en reemplazo de
El
Heraldo, que había sido el gran vespertino de Caracas, y que por su
posición política, fue saqueado el 23 de Enero. Capriles reunió lo que él decía
eran los mejores reporteros de sus publicaciones, es decir, La
Esfera, Ultimas Noticias, Venezuela Deportiva y Elite, para formar el
equipo de El Mundo, con Ramón J. Velásquez como director, quien acababa
de salir de la cárcel de Ciudad Bolívar y Simón Alberto Consalvi como Jefe de
Redacción. Por cierto, que en la primera página de esa edición N° 1 de El
Mundo, aparecen sólo dos gráficas y en ambas aparece Gustavo haciendo
sendas entrevistas.
Meses
más tarde se crea el Cuerpo Técnico de Policía Judicial (PTJ), y Naranjo, ya
con una experiencia acumulada en el reporterismo policial, es llamado para
fundar y asumir la Jefatura de Relaciones Públicas, donde a juicio de los
veteranos Ezequiel Díaz Silva (Moquillo, Guillermo Campos Martínez y Euro
Fuenmayor, ha sido Naranjo lo mejor que ha pasado por ese cuerpo.
Cuando
cae Fulgencio Batista y asume el poder el Movimiento 26 de Julio, con Fidel
Castro a la cabeza, Naranjo viajó a La Habana, enviando por el diario El
Universal y permaneció en la capital cubana 32 días, cubriendo el mayor
suceso que, según sus propias palabras, fue lo mejor de su vida profesional.
Desgraciadamente, perdió fotos con Fidel, el Che Guevara, Camilo Cienfuegos y
el Presidente Urrutia. Nos confesó
Naranjo que él estaba sentado con Juan Vené en la tribuna del campamento
Columbia (suerte de Fuerte Tiuna, en La Habana) donde Fidel dijo su famosos
discurso la tarde que hizo entrada triunfal en la capital cubana. Fueron ellos
testigos de excepción del momento, cuando dirigiéndose a la multitud, Fidel
miró a su derecha, donde estaba el Comandante Camilo Cienfuegos y le preguntó:
¿Voy bien, Camilo? Voy bien...? y Camilo asintió con la cabeza. En ese momento,
una paloma se posó en el hombro derecho de Fidel, gráfica que le dio la vuelta
al mundo, tomada por un periodista de la famosa revista Life y que fue portada
de esa publicación.
Después
de regresar de La Habana, Naranjo continuó en El Universal, y luego le
tocó viajar como Jefe de Prensa de la Delegación de Venezuela, al mundial de
Voleibol en San Paulo y Río de Janeiro. Allá en Río le ofrecieron y aceptó
trabajar en la edición en español de la revista Cruceiro Internacional,
pero poco antes de cumplir el año regresó de nuevo a la Página deportiva de El
Universal. En 1960, a instancias del editor zuliano y Embajador de
Venezuela en México, Carlos Ramírez Mac Gregor, se quedó en la capital azteca, donde se encontraba cubriendo para El Universal,
el Campeonato Mundial de Tiro al Pichón. Al Embajador le servía de Secretario
Privado a la vez que escribía para el diario Panorama y la revista Momento,
que eran suyos, en la ciudad azteca se encontró con Robert Brinsmade, que había
sido dueño del diario La Calle en Caracas y tenía un
periódico bilingüe en San Antonio Texas, quien lo nombró corresponsal en
México, donde permaneció hasta junio.
En
julio de 1963 llegó a Ciudad Bolívar, como director de El Bolivarense,
recomendado como había sido por J. M. Guzmán Gómez, a la sazón Jefe de la
Fracción Nacional de Periodistas de AD y Jefe de Información de El
Mundo.
Aquí
dio uno de los grandes tubazos del periodismo de entonces cuando sacó la
primera edición extra, tras producirse el asesinato del Presidente John F.
Kennedy, en Dalla, Texas.
Con
los cable de la UPI, que llegaban directo de Nueva York, y unos clisés de
archivo, armó la extra, toda una proeza, titulando con tipos sueltos y en
prensa plana. El Bolivarense se vendió como pan caliente a las cuatro de la
tarde. El Negro Emilio le puso amor y pasión al momento imprimiendo las ocho
páginas.
En
marzo de 1964, el gobernador Rafael Sanoja Valladares creó la Dirección de
Relaciones Públicas y lo llamó para asumir esa Jefatura, donde contaba con Nino
Marchese como fotógrafo.
Con
el gobernador Pedro Battistini Castro continuó en el cargo y asumió después la
Secretaría Privada, hasta enero de 1965, cuando viajó a Nueva York, becado por
el doctor J. M. Siso Martínez, Ministro de Educación, y la Gobernación del
Estado Bolívar. En Nueva York, estuvo cuatro años, en New University y The New
York Institute of Advertising. Allí, trabajaba los fines de semana en el diario
La
Prensa, único diario en español de la Gran Manzana.
En
Nueva York, como la beca era apenas 400 bolívares y Naranjo estaba con su
esposa y su primogénita, mataba tigre en el Consulado de Venezuela con el
embajador Párraga Villamarín, quien le dio el chance de ganarse otros dólares,
unas veces como telefonista, otra como su agente de prensa. Pero lo más
inolvidable para Gustavo es el hecho de haber sido chofer de Rómulo Betancourt,
cuando éste en Nueva York era huésped de Párraga Villamarín, quien fue su
gobernador en el Estado Zulia y por quien sentía profundo afecto. Naranjo pudo
haberse quedado en Nueva York, porque gracias a su amigo González Rincones,
alto ejecutivo de la Standard Oil (empresa Matriz de la Cróele Corporation)
hacía una pasantía en una de las agencias que en los EE UU maneja la cuenta del
gigante petrolero. De la Standard recibió oferta para ir a trabajar en Libia y
Puerto Rico, pero su contrato de becario con el Ministerio de Educación lo
obligaba por dos años a trabajar para el Estado venezolano, y lo cumplió
volviendo a Venezuela.
Regresó
a Ciudad Bolívar en agosto de 1968, ocupando de nuevo la Jefatura de Relaciones
Públicas de la Gobernación, también con Sanoja Valladares. Ganó Caldera, vino
el alzamiento de Rupununi y Naranjo tuvo que trabajar con los refugiados,
porque ninguno hablaba español.
Ascendido
Caldera en marzo de 1969, fue despedido, perdiendo el Estado todo lo que había
invertido para su preparación en el exterior. Entonces lamentó no haberse
quedado en Nueva York.
Ese
mismo año, en abril, asumió la dirección de El Bolivarense, donde
estuvo hasta agosto del 69, cuando lo llamó Guzmán Gómez para fundar El
Expreso, primer periódico impreso en Offset, cuya nitidez fotográfica
impactó a los lectores.
Aquí
también armó grandes exclusivas Las fotos del aterrizaje del hombre en La Luna,
la suspensión de la huelga en Sidor cuando la competencia decía que sí iba, el
golpe frustrado contra Caldera del General Flores, una gran exclusiva,
trabajada por Gustavo a puro teléfono con Caracas, cuando costaba una bola
llamar a larga distancia.
Dejó El
Expreso y se fue a ejercer las Relaciones Públicas de la Gobernación de
Barinas. Regresó de nuevo a Ciudad Bolívar como Jefe de Redacción de El
Luchador en 1972, donde produjo otro tubazo igualmente soberbio.
Ocurrió cuando el presidente Raúl Leoni se hallaba gravemente enfermo en Nueva
York. Se presentía un fatal desenlace en corto tiempo. Entonces escribió varios
reportajes, como se hace en grandes periódicos, para presentar una gran edición
cuando se produjera la muerte; sobre su
vida familiar con Menca, su carrera política, desde el exilio con Rómulo en
Barranquilla, en fin, una semblanza completa del personaje, en seis páginas de
ese tabloide. Cuenta Naranjo que todas las noches actualizaba el lead con los
cables de la AP e Ismael Villasana tenía instrucciones de parar las máquinas al
llegar la noticia de la muerte de Leoni. Esto lo hizo durante casi una semana.
Una vigilia permanente hasta la madrugada del 5 de julio (1972) cuando llegó el cable como a las tres
de la madrugada. Se paró la prensa, se colocaron primera y última y cinco
páginas internas, para una edición de bandera. En la mañana se hicieron varios
tiros estando como estaba la multitud ávida de noticias, colmando el Paseo
Orinoco con motivo del desfile militar de ese día.
Sólo
dos periódicos de toda Venezuela publicaron la noticia: Panorama de Maracaibo y El
Luchador de Ciudad Bolívar. Ningún diario de Caracas reseñó el
trascendental acontecimiento.
Durante
la campaña presidencial de Carlos Andrés Pérez volvió a ser director de El
Bolivarense, y le tocó disfrutar de otra gran exclusiva reportando
desde el propio lugar el terremoto de Nicaragua (1972) que sepultó unas 50 mil
personas. Naranjo fue el único periodista de un medio de provincia que cubrió
el terrible suceso. Luego al ascender el doctor Edgar Vallée Vallée a la
Presidencia de la Asamblea Legislativa, lo llamó para encargarse de la Jefatura
de Relaciones Públicas. Salió Vallée y entró como director de Relaciones
Públicas de la UDO para regresar luego a Caracas en 1975 y asumir la
Subgerencia de Relaciones Públicas de la Corporación Venezolana del Petróleo,
al lado del Gerente de RRPP, economista Elvidio Parra Márquez, con quien había
hecho gran amistad en México.
En
1977, lo llamó el partido para ser Jefe de Prensa de la Secretaría Nacional de
Organización con Luis Alfaro Ucero y Raúl Matos Azócar, subsecretario de la
campaña de Piñerúa. Entonces manejaba un equipo de seis periodista, que cubrían
las giras de apoyo a los dirigentes nacionales por todo el país más el
candidato en numerosos viajes.
Perdió
Piñerúa y de vuelta a Guayana para encargarse por enésima vez de la dirección
de El
Bolivarense.
En
1979, con Luis Herrera recién posesionado, aparece William Niehouse. Con
Rosendo Magallanes y Solange Manrique, le dio a la competencia una lección
magistral. Fue un trabajo de equipo, inolvidable, nunca reconocido por propios,
pero sí por el Jurado de Caracas que otorgó a El Bolivarense el Premio Nacional
de Periodista 1980.
Regreso
a Caracas dos años más tarde y se incorporó al equipo de Jaime Lusinchi como
director de prensa en la campaña en el Distrito Federal y tras el triunfo del
candidato, asumió la Gerencia de Relaciones Públicas de la Línea Aeropostal
Venezolana, con el General Sucre Poveda (FAV), primo de Leopoldo Sucre
Figarella.
En
LAV impuso lo que después se hizo rutina, viajar en la cabina para conocer la
vida de los pilotos y aeromozas. Conoció muchos problemas que resolvió sobre la
marcha. Fundó la Coral de Aeropostal y el Día de la madre cada una de las
aeromozas recibió un clavel al embarcarse; la felicitación de la tripulación
por los altavoces durante el vuelo y una despedida.
En
1985, ingresó a la OCI en la Agencia de Noticias Venpres donde el equipo
comandado por el colega Misael Salazar Leidenz, cambió totalmente su estructura.
Se
crearon las jefaturas de información por secciones: Política, a cargo de
Naranjo; Economía, Campos Martínez; Arte, Luis Alberto Crespo; deportes, Andrés
Eloy Dielingen; Sucesos, Carlos Palacios; Energía y Minas, Ana Díaz, en fin, un
equipo de puros cuarto bates como más nunca tendrá Venpres. Allí estuvo hasta
principios del 94 cuando pasó a la Gobernación de Caracas como coordinador
general de prensa del despacho de Asdrúbal Aguiar y finalmente Ciudad Bolívar
en 1995 donde permanece como redactor de mesa del diario El Progreso.
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