martes, 12 de junio de 2018

GUSTAVO NARANJO


            Más que por su nombre completo y legítimo, a Gustavo Alberto Naranjo Vásquez (apellidos de origen canario), se le conoce como Naranjo Júnior, por la doble circunstancia de haber sido el más joven entre dos de un mismo nombre en la familia y porque jugó voleibol y básquet en la categoría júnior (17 y 21 años) en su tiempo de estudiante del Liceo Fermín Toro de Caracas.
            De manera que lo de Júnior le viene por partida doble: por lo de deportista de esa categoría y por calzar el mismo nombre de su padre que se vino de las Islas Canarias a principios del siglo XX para afeitar a los caraqueños.
            En cuanto a lo de periodista surge en su tiempo de estudiante, a fuerza de registrar en el boletín interno del plantel las incidencias de los encuentros deportivos que luego trascendieron a las paginas de El Nacional por iniciativa del periodista Oscar Guaramato, vinculado a la familia a través de una compañera de clase en el Pedagógico, Gladis, hermana del júnior, que estudiaba literatura.
            Podríamos decir entonces que Gustavo Naranjo inició su vida de periodista en las páginas deportivas de El Nacional,  pero decididamente bajo la jefatura de Andrés Eloy Dielingen, quien ya en mejor situación lo puso a prueba en la Serie del Caribe (1955) al lado de connotados cronistas deportivos latinoamericanos como los cubanos Eladio Secade y José Consuegra, más los venezolanos Abelardo Raidi, J. R. Castrillo, Felo Jiménez, Omar Pérez, Omar Lares, Sergio Antillano y Cuto Lamache, entre otros.
            El norte de Naranjo Júnior fue siempre la exclusividad de la noticia registrada en memorables tubazos cuando cambió de tienda y comenzó en el diario de los Capriles, es decir, Ultimas Noticias. En este diario tabloide, de amplia circulación, se inició en 1956, como reportero de sucesos y redactor de la revista Elite. Sucesos y Deporte, era las ramas que cubrían con soltura los periódicos, porque la noticia política y a veces la económica, estaba vedada por la dictadura.
            1957 fue el año de las grandes exclusivas, pero la mayor, haber sido el único periodista que subió al páramo de Peñas Blancas y Niquitao del estado Trujillo, acompañado del extraordinario reportero gráfico, José Luis Blasco, para cubrir el rescate de un avión DC-3 de Avensa siniestrado 19 días atrás. Compitiendo, los dos, con un equipo de El Nacional, donde estaban nada menos que Fabricio Ojeda e Ildemaro Alguíndigue. Otra gran exclusiva de ese año tuvo que ver con la cobertura del rescate de las víctimas del accidente de un Constellation de Aeropostal, en el cerro de El Ávila. A pie escaló la montaña por el viejo camino de Galipán, porque la Seguridad Nacional le impidió subir con el fotógrafo José Luis Blasco, toda una leyenda del periodismo venezolano.
            A juicio de los colegas de entonces, su trabajo reporteril le aseguraba el Premio Nacional de Periodismo 1957, pero debido al golpe militar que derrocó al presidente Marcos Pérez Jiménez, el premio no volvió a entregarse sino dos años después.
            Director de la Asociación Venezolana de Periodistas, jugó un gran papel en la lucha contra la dictadura. Allí estaban Eleazar Díaz Rangel, Arístides Bastidas, quien era el Secretario General; Rafael Condado, extraordinario fotógrafo: José Antonio Machado (Juan Vené) y Gustavo Naranjo. Todos suscribieron el famoso Manifiesto de los intelectuales, encabezado con la firma de Arturo Uslar Pietri. La última era la de Naranjo como Secretario de Actas de la AVP.
            En el mes de marzo de 1958, Miguel Ángel Capriles, fundó El Mundo, en reemplazo de El Heraldo, que había sido el gran vespertino de Caracas, y que por su posición política, fue saqueado el 23 de Enero. Capriles reunió lo que él decía eran los mejores reporteros de sus publicaciones, es decir, La Esfera, Ultimas Noticias, Venezuela Deportiva y Elite, para formar el equipo de El Mundo, con Ramón J. Velásquez como director, quien acababa de salir de la cárcel de Ciudad Bolívar y Simón Alberto Consalvi como Jefe de Redacción. Por cierto, que en la primera página de esa edición N° 1 de El Mundo, aparecen sólo dos gráficas y en ambas aparece Gustavo haciendo sendas entrevistas.
            Meses más tarde se crea el Cuerpo Técnico de Policía Judicial (PTJ), y Naranjo, ya con una experiencia acumulada en el reporterismo policial, es llamado para fundar y asumir la Jefatura de Relaciones Públicas, donde a juicio de los veteranos Ezequiel Díaz Silva (Moquillo, Guillermo Campos Martínez y Euro Fuenmayor, ha sido Naranjo lo mejor que ha pasado por ese cuerpo.
            Cuando cae Fulgencio Batista y asume el poder el Movimiento 26 de Julio, con Fidel Castro a la cabeza, Naranjo viajó a La Habana, enviando por el diario El Universal y permaneció en la capital cubana 32 días, cubriendo el mayor suceso que, según sus propias palabras, fue lo mejor de su vida profesional. Desgraciadamente, perdió fotos con Fidel, el Che Guevara, Camilo Cienfuegos y el Presidente Urrutia.  Nos confesó Naranjo que él estaba sentado con Juan Vené en la tribuna del campamento Columbia (suerte de Fuerte Tiuna, en La Habana) donde Fidel dijo su famosos discurso la tarde que hizo entrada triunfal en la capital cubana. Fueron ellos testigos de excepción del momento, cuando dirigiéndose a la multitud, Fidel miró a su derecha, donde estaba el Comandante Camilo Cienfuegos y le preguntó: ¿Voy bien, Camilo? Voy bien...? y Camilo asintió con la cabeza. En ese momento, una paloma se posó en el hombro derecho de Fidel, gráfica que le dio la vuelta al mundo, tomada por un periodista de la famosa revista Life y que fue portada de esa publicación.
            Después de regresar de La Habana, Naranjo continuó en El Universal, y luego le tocó viajar como Jefe de Prensa de la Delegación de Venezuela, al mundial de Voleibol en San Paulo y Río de Janeiro. Allá en Río le ofrecieron y aceptó trabajar en la edición en español de la revista Cruceiro Internacional, pero poco antes de cumplir el año regresó de nuevo a la Página deportiva de El Universal. En 1960, a instancias del editor zuliano y Embajador de Venezuela en México, Carlos Ramírez Mac Gregor, se quedó en la capital  azteca, donde se encontraba cubriendo para El Universal, el Campeonato Mundial de Tiro al Pichón. Al Embajador le servía de Secretario Privado a la vez que escribía para el diario Panorama y la revista Momento, que eran suyos, en la ciudad azteca se encontró con Robert Brinsmade, que había sido dueño del diario La Calle en Caracas y tenía un periódico bilingüe en San Antonio Texas, quien lo nombró corresponsal en México, donde permaneció hasta junio.
            En julio de 1963 llegó a Ciudad Bolívar, como director de El Bolivarense, recomendado como había sido por J. M. Guzmán Gómez, a la sazón Jefe de la Fracción Nacional de Periodistas de AD y Jefe de Información de El Mundo.
            Aquí dio uno de los grandes tubazos del periodismo de entonces cuando sacó la primera edición extra, tras producirse el asesinato del Presidente John F. Kennedy, en Dalla, Texas.
            Con los cable de la UPI, que llegaban directo de Nueva York, y unos clisés de archivo, armó la extra, toda una proeza, titulando con tipos sueltos y en prensa plana. El Bolivarense se vendió como pan caliente a las cuatro de la tarde. El Negro Emilio le puso amor y pasión al momento imprimiendo las ocho páginas.
            En marzo de 1964, el gobernador Rafael Sanoja Valladares creó la Dirección de Relaciones Públicas y lo llamó para asumir esa Jefatura, donde contaba con Nino Marchese como fotógrafo.
            Con el gobernador Pedro Battistini Castro continuó en el cargo y asumió después la Secretaría Privada, hasta enero de 1965, cuando viajó a Nueva York, becado por el doctor J. M. Siso Martínez, Ministro de Educación, y la Gobernación del Estado Bolívar. En Nueva York, estuvo cuatro años, en New University y The New York Institute of Advertising. Allí, trabajaba los fines de semana en el diario La Prensa, único diario en español de la Gran Manzana.
            En Nueva York, como la beca era apenas 400 bolívares y Naranjo estaba con su esposa y su primogénita, mataba tigre en el Consulado de Venezuela con el embajador Párraga Villamarín, quien le dio el chance de ganarse otros dólares, unas veces como telefonista, otra como su agente de prensa. Pero lo más inolvidable para Gustavo es el hecho de haber sido chofer de Rómulo Betancourt, cuando éste en Nueva York era huésped de Párraga Villamarín, quien fue su gobernador en el Estado Zulia y por quien sentía profundo afecto. Naranjo pudo haberse quedado en Nueva York, porque gracias a su amigo González Rincones, alto ejecutivo de la Standard Oil (empresa Matriz de la Cróele Corporation) hacía una pasantía en una de las agencias que en los EE UU maneja la cuenta del gigante petrolero. De la Standard recibió oferta para ir a trabajar en Libia y Puerto Rico, pero su contrato de becario con el Ministerio de Educación lo obligaba por dos años a trabajar para el Estado venezolano, y lo cumplió volviendo a Venezuela.
            Regresó a Ciudad Bolívar en agosto de 1968, ocupando de nuevo la Jefatura de Relaciones Públicas de la Gobernación, también con Sanoja Valladares. Ganó Caldera, vino el alzamiento de Rupununi y Naranjo tuvo que trabajar con los refugiados, porque ninguno hablaba español.
            Ascendido Caldera en marzo de 1969, fue despedido, perdiendo el Estado todo lo que había invertido para su preparación en el exterior. Entonces lamentó no haberse quedado en Nueva York.
            Ese mismo año, en abril, asumió la dirección de El Bolivarense, donde estuvo hasta agosto del 69, cuando lo llamó Guzmán Gómez para fundar El Expreso, primer periódico impreso en Offset, cuya nitidez fotográfica impactó a los lectores.
            Aquí también armó grandes exclusivas Las fotos del aterrizaje del hombre en La Luna, la suspensión de la huelga en Sidor cuando la competencia decía que sí iba, el golpe frustrado contra Caldera del General Flores, una gran exclusiva, trabajada por Gustavo a puro teléfono con Caracas, cuando costaba una bola llamar a larga distancia.
            Dejó El Expreso y se fue a ejercer las Relaciones Públicas de la Gobernación de Barinas. Regresó de nuevo a Ciudad Bolívar como Jefe de Redacción de El Luchador en 1972, donde produjo otro tubazo igualmente soberbio. Ocurrió cuando el presidente Raúl Leoni se hallaba gravemente enfermo en Nueva York. Se presentía un fatal desenlace en corto tiempo. Entonces escribió varios reportajes, como se hace en grandes periódicos, para presentar una gran edición cuando se produjera la muerte;  sobre su vida familiar con Menca, su carrera política, desde el exilio con Rómulo en Barranquilla, en fin, una semblanza completa del personaje, en seis páginas de ese tabloide. Cuenta Naranjo que todas las noches actualizaba el lead con los cables de la AP e Ismael Villasana tenía instrucciones de parar las máquinas al llegar la noticia de la muerte de Leoni. Esto lo hizo durante casi una semana. Una vigilia permanente hasta la madrugada del 5 de julio  (1972) cuando llegó el cable como a las tres de la madrugada. Se paró la prensa, se colocaron primera y última y cinco páginas internas, para una edición de bandera. En la mañana se hicieron varios tiros estando como estaba la multitud ávida de noticias, colmando el Paseo Orinoco con motivo del desfile militar de ese día.
            Sólo dos periódicos de toda Venezuela publicaron la noticia: Panorama de Maracaibo y El Luchador de Ciudad Bolívar. Ningún diario de Caracas reseñó el trascendental acontecimiento.
            Durante la campaña presidencial de Carlos Andrés Pérez volvió a ser director de El Bolivarense, y le tocó disfrutar de otra gran exclusiva reportando desde el propio lugar el terremoto de Nicaragua (1972) que sepultó unas 50 mil personas. Naranjo fue el único periodista de un medio de provincia que cubrió el terrible suceso. Luego al ascender el doctor Edgar Vallée Vallée a la Presidencia de la Asamblea Legislativa, lo llamó para encargarse de la Jefatura de Relaciones Públicas. Salió Vallée y entró como director de Relaciones Públicas de la UDO para regresar luego a Caracas en 1975 y asumir la Subgerencia de Relaciones Públicas de la Corporación Venezolana del Petróleo, al lado del Gerente de RRPP, economista Elvidio Parra Márquez, con quien había hecho gran amistad en México.
            En 1977, lo llamó el partido para ser Jefe de Prensa de la Secretaría Nacional de Organización con Luis Alfaro Ucero y Raúl Matos Azócar, subsecretario de la campaña de Piñerúa. Entonces manejaba un equipo de seis periodista, que cubrían las giras de apoyo a los dirigentes nacionales por todo el país más el candidato en numerosos viajes.
            Perdió Piñerúa y de vuelta a Guayana para encargarse por enésima vez de la dirección de El Bolivarense.
            En 1979, con Luis Herrera recién posesionado, aparece William Niehouse. Con Rosendo Magallanes y Solange Manrique, le dio a la competencia una lección magistral. Fue un trabajo de equipo, inolvidable, nunca reconocido por propios, pero sí por el Jurado de Caracas que otorgó a El Bolivarense el Premio Nacional de Periodista 1980.
            Regreso a Caracas dos años más tarde y se incorporó al equipo de Jaime Lusinchi como director de prensa en la campaña en el Distrito Federal y tras el triunfo del candidato, asumió la Gerencia de Relaciones Públicas de la Línea Aeropostal Venezolana, con el General Sucre Poveda (FAV), primo de Leopoldo Sucre Figarella.
            En LAV impuso lo que después se hizo rutina, viajar en la cabina para conocer la vida de los pilotos y aeromozas. Conoció muchos problemas que resolvió sobre la marcha. Fundó la Coral de Aeropostal y el Día de la madre cada una de las aeromozas recibió un clavel al embarcarse; la felicitación de la tripulación por los altavoces durante el vuelo y una despedida.
            En 1985, ingresó a la OCI en la Agencia de Noticias Venpres donde el equipo comandado por el colega Misael Salazar Leidenz, cambió totalmente su estructura.
            Se crearon las jefaturas de información por secciones: Política, a cargo de Naranjo; Economía, Campos Martínez; Arte, Luis Alberto Crespo; deportes, Andrés Eloy Dielingen; Sucesos, Carlos Palacios; Energía y Minas, Ana Díaz, en fin, un equipo de puros cuarto bates como más nunca tendrá Venpres. Allí estuvo hasta principios del 94 cuando pasó a la Gobernación de Caracas como coordinador general de prensa del despacho de Asdrúbal Aguiar y finalmente Ciudad Bolívar en 1995 donde permanece como redactor de mesa del diario El Progreso.


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