Detrás
del ganado o lo que fuera, siempre en la faltriquera espiritual del muchacho
aleteaba la emoción del periodista. Uno que otro periódico o revista atrasados
llegaban a la casa de campo de Mapire y sobre ello se fue afincando la pasión
del periodista hasta que un día nació el “Tucusimba”, un hebdomadario escrito
con el auxilio de una Remington que daba cuenta de los
barcos que fondeaban en el puerto, de la pesca abundante, del flujo y reflujo
de río y de las incidencias e intrascendencias de un pueblo tranquilo recostado
a la margen izquierda del Orinoco.
Después
fue el verdadero rodar por el mundo ancho de la patria. En el Liceo
Peñalver crecían las espigas del saber que muy pronto asomaron un sabor
amargo en aquel ambiente de partidismo creyente en la libertad y la revolución que
habría de recibir el zarpazo militarista inspirado en la filosofía del gendarme
necesario. Miembro de la AJV en aquél trienio concluido por un golpe, se sintió
perseguido de las circunstancias imperantes y se fue a Caracas para desde el
Ávila ver mejor el horizonte de la Patria.
Ciertas
vinculaciones, la autodidáctica y ese aprender constante a través de la lectura
diaria de la noticia y el reportaje comenzaron a formarlo periodista hasta que
ocasionalmente sus colaboraciones noticiosas eran aceptadas en alguno que otro
periódico de la Capital. Estas colaboraciones llegaron a interesar al Director
de “La
Esfera”, Ramón David León que un día le propuso la Corresponsalía en
Ciudad Bolívar. Sin preguntar cuánto iba a ganar, arregló sus bártulos y
regresó de nuevo a la ciudad orinoqueña con ese flamante título de
Corresponsal que lo desvelaba día y
noche tras la noticia. Ya después comenzó a emplumar este pichón de periodista,
se le alargaron las alas y entonces fue ese volar de rama en rama, de periódico
en periódico. Siendo, ya no corresponsal de “La Esfera”, sino de OFIPREN,
fundó el 12 de septiembre de 1953 un semanario, “El Redactor”, junto con
Nilo González, Diógenes Troncote Sánchez, Pedro Lira, Nanzo Biaggi, y otros. El
Redactor tuvo vida efímera, apenas se publicaron 53 números, pero ese
largo silencio impuesto por circunstancias variadas durante 15 años no fue sino
el lento y seguro germinar de lo que es hoy “El Expreso”.
Desde
que José Manuel Guzmán Gómez nació periodista no abrigó otra aspiración máxima
que la de llegar algún día a fundar un periódico para decir y difundir la
verdad de estos pueblos del Oriente. Para él todo buen periodista aspira a eso,
a tener su propio periódico donde se puedan decir las cosas con entera
libertad. Es una aspiración muy cuesta arriba casi nunca lograda por quienes
trabajamos en este campo. De ahí el mérito y el reconocimiento –más digno en su
propio periódico- para quien se encuentra en el ardoroso camino cumpliendo su
más cara aspiración.
“Chemelo”
no ocultaba su orgullo y nos lo evidenció cuando Nilo González y quien escribe
insistimos para que accediera a esta entrevista.
Le
preguntamos al colega cuáles fueron sus mayores satisfacciones en esta carrera,
y recostado del marco de una puerta nos fue diciendo:
-En
esta carrera (entonces cumplía 20 años de ejercicio profesional), han sido
muchas mis satisfacciones profesionales. Recuerdo cuando el Director de El
Mundo me encomendó un reportaje algo imaginario sobre la muerte del
Papa Pío XII que se hallaba grave. Este reportaje imaginario pero concebido
sobre hechos que casi siempre se dan en la muerte de un Prelado de máxima
jerarquía, permitió a aquel vespertino ofrecer al lector una información más
abundante y detallada sobre el infausto suceso, ocurrido horas después de haber
concluido yo mi trabajo.
-Otras
de mis grandes satisfacciones como periodista son: haber logrado la primera
entrevista con Rómulo Betancourt –publicada en El Mundo- horas después de
haber sido proclamado candidato a la Presidencia de la República por Acción
Democrática; haber realizado la primera entrevista con Leoní luego que éste
abandonó Miraflores; haber cumplido con una especie de “Mensaje a García” cuando
el Director del diario La
República me dio sólo el nombre de un experto técnico norteamericano a
quien debía entrevistar y el cual había llegado prácticamente de incógnito a
Caracas. El nombre del personaje me lo dieron en la mañana y a las cuatro de la
tarde tenía concluida la entrevista. Todas estas satisfacciones, entre muchas,
culminan con la concreción del diario “El Expreso”.
-¿Modestamente
que opinión te merece El Expreso?
-
Es un diario con fallas, para mi manera de ver y sentir, muy naturales en todo
periódico de provincia donde la profesión es por demás ardua y rodeada de
conceptos aldeanos; sin embargo, considero que “El Expreso” ha llegado
romper con el periodismo tradicional de provincia, principalmente en la zona
Suroriental de Venezuela. Nuestro periódico es –al menos nos empeñamos en que
así sea-, dinámico, objetivo dentro de lo que humanamente tenemos que aceptar
como “objetividad periodística”, y con una gran sensibilidad social y
consciente de su poder de influencia y responsabilidad orientadora. Lo
corrobora la buena aceptación que ha tenido en tan poco tiempo y el hecho de
ocupar el primer lugar en circulación.
-¿Cómo
te sientes tu en “El Expreso”, empresario o periodista?
-La
Universidad es primordial para el buen reportero, pero éste realmente se gradúa
en el taller y andando siempre detrás de la noticia. Por eso yo no creo en los
licenciados que ejercen tareas distintas al periodismo.
-¿Qué
concepto tienes del periodismo actual?
-Debe
reunir educación y orientación, debe ser dinámico y objetivo.
-¿Qué
opinas del tan en boga periodismo interpretativo?
-Hay
quienes estiman que el periodismo objetivo es diferente al periodismo
interpretativo, yo creo, sin embargo, que una cosa no le quita a la otra. Se
puede hacer periodismo interpretativo objetivo. Todo depende del grado de
sindéresis del periodista y de la solidez del análisis. De todas maneras el
periodismo interpretativo es difícil.
-¿Y
de la noticia propiamente?
-Noticia
es lo que desea saber mañana el lector y el periodista debe tener el acierto de
darle al lector lo que él desea, cuestión muy compleja que sólo alcanza a
dominar la experiencia, la agudeza y el talento.
-¿Existe
afinidad entre el periodista y el político?
-Todos
los periodistas son de alguna forma políticos. Yo soy periodista, por lo tanto soy
político y, siendo así, lógico es que exista
afinidad. Se trata de un silogismo muy
personal, pero que yo lo he observado en otros. Para mi el político es el
conductor de masas y el periodista
orientador del pueblo.
-Generalmente
hay prejuicios aprehensiones y temores en el político entrevistado por periodista de otro partido
¿cierto?
-Depende
del concepto personal de ambos y de la ética y
capacidad profesional del periodista. Vale decir que la honestidad en esta
profesión es básica para que el entrevistado se libere de malas sensaciones.
-¿En
que campo del periodismo te ha gustado trabajar?
-En
el político. Siempre camino bien por esta vereda.
-¿El
campo que menos te agrada en el periodismo?
-Siempre
me ha costado redactar una información deportiva.
-¿No
practicaste acaso ningún deporte cuando joven?
-Ninguno.
La única diversión en mi pueblo era montar a caballo.
-¿Entonces
debes ser apasionado por la hípica?
-Jamás
me han llamado la atención los juegos de azar.
-¿Te
lo impide tu religión?
-No
profeso religión alguna, soy una especie de agnóstico, pero muy respetuoso de
las religiones.
-¿Por
qué te fuiste de Acción Democrática?
-Porque
siempre he sido profundamente demócrata y por lo tanto respetuoso de la
voluntad popular.
-¿Se
ha irrespetado en AD alguna vez la voluntad popular?
-Internamente
una vez y no vale la pena recordarlo.
-Creo
que la mayor parte de tu vida la has vivido en Ciudad Bolívar, ¿qué piensas de
esta ciudad?
-Yo
no creo que esta Ciudad haya hecho tanto daño para que la hayan abandonado
tanto.
-¿A
que atribuyes el abandono de la ciudad?
-A
la apatía, flojera e insinceridad de sus conductores. Ya es hora de romper con
la apatía y el conformismo que nos ha caracterizado. La dinámica política y la
dinámica del desarrollo de Guayana mantienen un reto que debemos enfrentar con
decisiones porque la Capital del Orinoco podría correr el riesgo de las “Casas
Muertas”. A mi me complace el extraordinario desarrollo de Ciudad
Guayana y estoy plenamente identificado con él, pero me angustia la Ciudad
Madre.
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