“No
soy comunista”, con este titular de tres palabras, que niega y afirma a
la vez, abre “El Diario de Guayana” la primera plana de su primera edición,
el lunes 9 de junio de 2003.
La
expresiva frase es del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela,
Hugo Chávez Frías, tomada de su dominical “Aló Presidente” trasmitido por la
cadena de Radio y Televisión del Estado y con la cual pretende contradecir la
campaña política que vienen sosteniendo sus adversarios por su estrecha amistad
con el dictador cubano Fidel Castro y por
la forma autoritaria como se maneja desde el Poder.
Acertada
o no, allí queda para la historia de este nuevo diario que aparece ante los
asiduos lectores de periódicos, con un diagrama patrón muy particular, concepción
del conocido diseñador gráfico Eduardo Orozco, profesor universitario y ex
Presidente del Colegio Nacional de Periodistas.
Estamos
frente a un tabloide de características particulares que utiliza
permanentemente el color magenta tanto en el logotipo, fijo en la parte
superior, como en las gráficas y fondo de las diapositivas. Semejante al anglosajón tradicional, el
tabloide se presenta con una fotografía a cuatro columnas en el centro que
corresponde a su criterio el segundo hecho noticioso del día. En este caso se trata de lo que el redactor
ironiza como “El Metro de los pobres”,
las llamadas “camionetas perreras”,
medio que habla de una política de transporte que da demasiado espacio a la
improvisación.
El
Editorial del flamante y moderno diario, el octavo a la par que el benjamín de
Guayana, se lee en la segunda página y está orientado a dejar en claro el
propósito y curso que habrá de seguir en
lo adelante.
“Estar”
que es un verbo de presencia y permanencia, lo utiliza acertadamente el editor
para iniciar el Editorial: “Aquí estamos…! De pie frente a los retos
que nos plantea la región. Nacemos bajo
el signo de la verdad que será nuestra guía en el empeño que nos hemos
propuesto: servir con transparencia y honradez a Guayana. Estamos seguros que los caminos se abrirán
para que el desarrollo total de la zona sea realidad tangible en plazo breve”.
Los
demás párrafos están orientados dentro de sus lineamientos al trabajo por una
juventud sin vicios, a la necesidad de un compromiso con la gente en aras del
progreso, la convivencia y solidaridad y a la obligación que tiene el periódico
de mantener permanentemente abiertas sus páginas a todos los componentes de la
sociedad.
El
periódico, en verdad, es un sueño proyectado hacia la consecución de una
realidad donde se unieron hasta la coronación el esfuerzo y solidaridad de dos
hermanos: Francisco, un hombre realizado en la industria de la cerámica, quien
funge de Presidente de la Editorial Ingenio, empresa matriz
del periódico, y Abilio Suárez, editor y
director, consumado como Publicista desde temprana edad y desde los comienzos
de la moderna Ciudad Guayana.
Lo
acompaña en la dirección de El Diario de Guayana, el Licenciado
Cruz Echenique, un veterano periodista formado y realizado en el diario “La
Religión” de Caracas, El Correo del Caroní y La Nueva Prensa.
El
diario de 34 páginas se concibe y despacha desde sede propia levantada en la
zona industrial Los Pinos, provista la editorial que lo produce con los
adelantos de la tecnología que sustenta la comunicación de masas. Es como bien
dice su diseñador, un periódico que sale y llega con todos los hierros “un
golpe de audacia incalculable”, pues
a juicio de muchos no era este el mejor momento para un medio impreso
cuyo sustento es la publicidad mercantil pues el comercio y la industria pasaban
por una crisis económica sin precedentes.
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